martes, 10 de mayo de 2022

ODS: FIN DE LA POBREZA

 



El impacto de la pobreza y la exclusión social se agiganta cuando ponemos la mirada en la infancia y su incidencia en el llamado rendimiento escolar. Por eso es necesario conocer la respuesta de la escuela y la educación en general ante este grave problema. Hay una relación directa entre pobreza infantil, fracaso escolar y exclusión social que no suele tenerse en cuenta. Es necesario denunciar la ocultación que el academicismo escolar tradicional hace de todas estas situaciones.

La pobreza y la exclusión social presenta una multidimensionalidad de rasgos que hemos de tener en cuenta: la posición en el mundo laboral y económico, la dificultad de acceso a los servicios y a las tecnologías digitales, el descarte en el ámbito de las relaciones sociales y las consecuencias psicosociales que conlleva. Ello implica que la exclusión y la pobreza tienen un eje económico en cuanto al empleo y el consumo; otro eje político-ciudadano en cuanto a derechos políticos (de educación, salud, vivienda…); además está el eje sociorelacional donde se viven el conflicto y el aislamiento social;  y otro eje, que incrementa la exclusión en todas las anteriores dimensiones, es el que dificulta el acceso a las nuevas tecnologías y a los conocimientos y actitudes necesarias para utilizarlas para aprender y ejercer la ciudadanía. Este último factor no ha sido tenido en cuenta en las medidas del Ministerio de Educación en el periodo de confinamiento, aumentando la brecha de la desigualdad en una sociedad que se digitaliza cada día más.

Una de las informaciones más frecuentes en nuestro cotidiano vivir es la creciente desigualdad en la sociedad. Periódicamente aparecen noticias relacionadas con la desigualdad social, la pobreza y la incidencia de esta en la infancia en nuestro país. Especialmente escandaloso es el reciente informe elaborado por el relator de la ONU para luchar contra la pobreza. Philip Alston confirma: “se concentran en escuelas segregadas el 44 % de los estudiantes y el 72 % de niños/as en situaciones vulnerables, principalmente romaníes y migrantes. Las consecuencias de tal concentración persisten más allá de estas etapas educativas y se manifiesta de forma evidente en la repetición de cursos, abandono escolar y disminución de expectativas universitarias”. Su visita para conocer nuestra realidad ha puesto sobre la mesa, una vez más, las situaciones de exclusión social de muchos colectivos, especialmente la infancia. Vuelve a aparecer, aún más, en la situación de excepcionalidad que vivimos ahora.

Metas: Erradicar la pobreza extrema para todas las personas en el mundo. Se considera pobreza extrema a las personas que viven con menos de 1.25 dólares al día. 
Reducir al menos a la mitad la proporción de personas que viven en pobreza en todas sus dimensiones con arreglo a las definiciones nacionales.

Reflexiones: En cuanto a la relación de esta ODS con la ODS que elegimos anteriormente (ODS 4: educación en calidad), el docente es la persona más responsable en proporcionar a los niños y niñas una educación de calidad, así pues intentando darle una educación donde se intente que no haya pobreza, educandolos correctamente.

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